
Hace una semana se cumplió un año desde que Javier Milei, hasta entonces diputado nacional, asumiera la presidencia de la Nación Argentina. Milei tomó las riendas de un país al borde del colapso, sumido en profundos desajustes tanto macroeconómicos como microeconómicos. Cualquier otro en su lugar podría haber sucumbido ante semejante escenario: múltiples controles de precios (destacándose el impuesto sobre la moneda nacional), una inflación descontrolada que amenazaba con convertirse en hiperinflación y un déficit público que acorralaba a Argentina hacia el default. Estos eran solo algunos de los desafíos titánicos que enfrentaba Milei al asumir la presidencia, sin olvidar otros problemas igualmente alarmantes como el crecimiento económico negativo, el aumento sostenido de la pobreza, la pérdida de poder adquisitivo y muchos otros más.
Mucho pseudoeconomista, junto con una gran parte de la opinión pública, auguraba un desastre inminente bajo su gestión, calificando sus políticas “neoliberales” como un beneficio exclusivo para los más ricos. A pesar de que el propio Milei insistió repetidamente en que los ajustes fiscales suelen ser duros en su etapa inicial, pero necesarios para construir una economía más sólida y preparada para crecer, las críticas se intensificaron cuando los indicadores como la tasa de pobreza, el PIB y el consumo empeoraron en los primeros meses de su mandato. Esto plantea una pregunta crucial: ¿qué conclusiones pueden extraerse de su primer año al frente del país? ¿Ha logrado Milei mejorar o empeorar la economía argentina?
Comencemos analizando el tema más relevante y polémico de la economía argentina: la inflación. Cuando Milei asumió la presidencia, a mediados de diciembre del año pasado, la inflación mensual se encontraba en un abrumador 25,5%. Sin embargo, tras 11 meses de gestión y responsabilidad fiscal, la inflación de noviembre se situó en un notable 2,4%. Este logro representa, sin lugar a dudas, el mayor éxito de su administración hasta el momento.


Mucha gente atribuyó este logro a la destrucción de la economía argentina y la contracción del consumo. Si bien esto es parcialmente cierto, no por ello deja de ser necesario. Aunque para ser más precisos, la mayor parte de la caída de la inflación puede explicarse por los ajustes fiscales que generaron una serie de superávits. Es verdad que el PIB y el consumo se contrajeron, pero el PIB ya se encuentra al mismo nivel que al final del gobierno anterior, mientras que el consumo privado aumentó en más de 4 puntos porcentuales en el último trimestre. Sin embargo, es verdad que sigue estando 2,3 puntos por debajo del nivel que dejaron los peronistas, pero la tendencia ahora mismo es alcista.
Otro tema polémico, ampliamente discutido en medios españoles pero que, curiosamente, parece perder relevancia cuando se les vuelve en contra, es la tasa de pobreza. Como consecuencia de los ajustes presupuestarios y fiscales, esta aumentó del 45,2% al 54,9%. Sin embargo, desde ese pico comenzó a descender. Aunque sigue siendo superior al inicio de la legislatura de Milei, las microsimulaciones del ODSA estiman que para el cuarto trimestre de 2024 la pobreza se situará en el 44,6%, por debajo del nivel inicial de su mandato.


Estos logros destacan entre los más importantes del primer año de mandato. Otros méritos incluyen: la drástica caída del riesgo país, el superávit financiero, la mejora del balance del Banco Central, la prácticamente eliminación del cepo cambiario, el aumento del poder adquisitivo de los salarios argentinos en 2024, entre otros avances significativos.
A un año de la llegada de Milei a la presidencia, los resultados de su gestión son mayoritariamente positivos, pocas son las cosas que se le pueden achacar a sus avances económicos. Este avance, aunque acompañado de medidas dolorosas como los ajustes fiscales, marca un punto de inflexión en la economía argentina, significando el inicio de un crecimiento económico sostenible en el largo plazo. Muchos han criticado las medidas implementadas por Milei, y no faltarán quienes continúen intentando desacreditar su evidente avance económico. Sin embargo, los datos respaldan contundentemente sus políticas.