En defensa de la energia nuclear

La energía nuclear siempre está en el centro del debate. Mientras la mayoría de los países desarrollados, y aquellos que aspiran a serlo, se embarcan en una carrera por aumentar la cantidad de reactores nucleares, España planea su cierre y desmantelamiento, poniendo en riesgo tanto la sostenibilidad medioambiental como la seguridad energética del país.

Adrián Peláez Salvador

8/12/2024

Dentro de una sociedad que valora cada vez más la protección del medioambiente, la generación de energía se ha convertido en uno de los temas más candentes. En este contexto, los líderes mundiales reunidos en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París (COP21) se comprometieron a reducir significativamente sus emisiones de carbono. La Unión Europea, como uno de los actores más comprometidos en la lucha contra el cambio climático, ha fijado el ambicioso objetivo de alcanzar una economía con cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para mediados de siglo, reforzando así su papel de liderazgo en la transición hacia un modelo energético sostenible.

La Unión Europea, en su empeño por alcanzar una economía libre de contaminación, ha desarrollado una detallada taxonomía que define qué fuentes de energía deben ser priorizadas. En 2022, energías como la nuclear y el gas natural fueron incluidas en la categoría de "energías verdes" bajo ciertas condiciones. Posteriormente, en 2023, el Parlamento Europeo, con una mayoría abrumadora, incluyendo el apoyo del grupo socialista español (a pesar de la intención de España de cerrar sus plantas nucleares), reconoció oficialmente a la energía nuclear como una fuente de energía de cero emisiones netas, es decir, como una opción que contribuye a minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero. Estos acontecimientos han generado un gran revuelo tanto en sectores de la izquierda mediática como entre los grupos ecologistas, lo que ha llevado a muchos de ellos a pronunciarse públicamente. Políticos como Ione Belarra, Íñigo Errejón y Yolanda Díaz, junto con el grupo parlamentario de PODEMOS, han expresado en repetidas ocasiones su descontento con el uso de centrales nucleares, subrayando los riesgos ambientales y la necesidad de avanzar hacia un modelo energético basado en su totalidad en fuentes renovables.

A la vista está que la energía nuclear es una de las formas de generación de electricidad más estigmatizadas, si no la que más, dentro del panorama energético actual. Hablar sobre energía nuclear con prácticamente cualquier persona suele llevar a la misma conclusión: es percibida como extremadamente peligrosa. Este temor se alimenta de los grandes desastres históricos que la han involucrado, así como del debate sobre los residuos nucleares, esos materiales radiactivos que según ellos se mantendrán activos durante períodos mucho más largos que cualquier civilización existente en la actualidad. Sin embargo, a pesar de la desinformación que rodea a este tema, la evidencia cientifica demuestra que la energía nuclear es, al menos, tan limpia como las energías renovables. Si consultamos el informe técnico sobre energía nuclear de la Comisión Europea, la energía nuclear se encuentra entre las formas de producción de energía que emiten menos gases de efecto invernadero por gigavatio hora generado, comparable a la energía hidroeléctrica y eólica. Esto implica que, desde la perspectiva de la lucha contra el calentamiento global, la energía nuclear es una de las grandes aliadas de la humanidad, junto, por supuesto, con las energías renovables.

Es cierto que el principal desafío de esta fuente de energía radica en la seguridad, tanto de los reactores nucleares como de los desechos radiactivos. Sin embargo, como analizaré en otra ocasión, estos aspectos no tienen por qué representar un problema. Lo que está claro es que políticos y ecologistas a menudo presentan una falsa dicotomía entre la energía nuclear y las energías renovables, una postura que muchos adoptan más por razones ideológicas que por un análisis fundamentado. Es inaceptable que estas decisiones se tomen basándose en ideologías y preferencias personales, cuando debería primar la sólida evidencia científica disponible. Si seguimos adelante con el desmantelamiento de las centrales nucleares en España, nos arriesgamos a tener una electricidad más cara y contaminante, alejándonos de nuestros objetivos climáticos y comprometiendo la eficiencia energética del país.